La cuestión de la patente europea lleva medio siglo buscando una solución que, por la reducción de gastos que supone eludir los compromisos de traducción a las 23 lenguas oficiales actuales, incrementaría la competitividad de las empresas.
El proceso sobre la patente europea se ha acelerado en los últimos 10 años y la presidencia belga de la Unión planteó ayer lo que se presentaba como una última solución de compromiso que permitía, en atención a las exigencias españolas, que las patentes se puedan expedir en una de las tres lenguas y traducir durante un periodo transitorio a una segunda lengua, como el español o el italiano.
López Garrido alegó que tal interinidad introduce inseguridad jurídica además de mantener una discriminación lingüística que afecta a las empresas cuyas lenguas de trabajo no sean el inglés, francés o alemán.
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